"Realidad de las cárceles" - María Inés Horvitz

La degradante e intolerable situación penitenciaria chilena ha hecho correr ríos de tinta, poniendo a nuestro país en la lista de aquellos que infringen sistemáticamente todos los estándares internacionales de derechos humanos sobre la materia.

El Tercer Estudio sobre las Condiciones Carcelarias, elaborado por el INDH, que abarca el período 2016-2017 y las unidades penales no incorporadas en los estudios anteriores, continúa en la línea de monitorear las vulneraciones de derechos fundamentales de los privados de libertad, y medir el grado de (in)cumplimiento de tales estándares.

Hacinamiento intolerable, ausencia de mínimas condiciones de habitabilidad e higiene, aplicación habitual de sanciones disciplinarias extrarreglamentarias, golpes, desnudamientos, destrucción de objetos personales, ejercicios físicos forzosos, entre otros, forman parte de los capítulos que el informe desglosa de modo preciso y pormenorizado, dejando a la vista el brutal y deshumanizado panorama carcelario.

El panorama descrito es particularmente criticable, cuando es la propia administración penitenciaria quien debe cautelar como garante de protección de los derechos de los reclusos.

Urge la institución de jueces de ejecución de penas, como instancia exclusiva y especializada a cargo de resolver imparcialmente los conflictos inherentes a la ejecución penitenciaria, haciendo efectivos los derechos que, aunque solo al nivel reglamentario, se reconocen a los privados de libertad.

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