"Los 'lujos' de las isapres" - Gissella López

Las palabras del presidente del gremio de las isapres al usar la expresión “lujo” desataron un enojo generalizado. Sin embargo, ese enojo no tiene como causa el uso hiperbólico del término ni el arrojo que muestra quien dice lo dicho. El enojo, más bien, proviene del hecho de que las isapres a cara descubierta y sin pudor alguno expresan cómo es la regulación de la salud en Chile: efectivamente es una que les permite gozar de un “activo lujoso” en la administración de las prestaciones de salud.

El “activo lujo” se manifiesta en más de una facultad. Por ejemplo, el poder desarrollar su actividad con una “cartera de clientes” sanos se ha hecho por la vía de hacer muy barato el precio del plan de salud para los hombres-jóvenes y muy caro para las mujeres y personas mayores, y eso es gracias al lujo de fijar unilateralmente los precios.

Otro insólito y reciente lujo consiste en que el Estado de Chile se ha convertido legalmente en su “agente retenedor”, pues es él el que cobra y entera a las isapres por adelantado las cotizaciones de salud mediante las retenciones de impuestos, posponiendo incluso el Estado para su propio perjuicio el pago de las obligaciones tributarias adeudadas por los contribuyentes que son, en paralelo, cotizantes de las isapres.

Pero más debieran indignarnos las palabras del Sr. ministro de Salud, pues cuando él responde que el “único lujo que las isapres no pueden darse es creer que van a seguir funcionando como hasta ahora”, hace público el hecho de que las isapres sí gozan de “lujos”, idea que se nos revela cuando él reconoce que ellas tienen todos los lujos, menos el de legislar para regularse a sí mismas.

Y tiene razón el Sr. ministro, formalmente esa actividad es un monopolio del Estado, pues representa un ejercicio de la soberanía, aunque a veces el ejercicio de ella se realice en favor de quienes sí pueden darse el lujo de influir en la dictación de la ley. El problema del Sr. ministro y de toda la clase política chilena consiste en no darse cuenta de que las isapres no debiesen gozar de lujo alguno.

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