¿Cómo continúa tu vínculo con la Facultad?
La manera más permanente es a través de las excelentes actividades de extensión y postgrado que realiza la facultad, y en mi caso, especialmente el departamento de Derecho Privado. Sin embargo, han existido últimamente otras dos instancias mucho más emotivas, que fue cuando nos convocaron como ALUMNI en el Seminario Inaugural y cuando -en diciembre del año pasado- celebramos nuestros veinte años de egreso.
Este tipo de instancias tienen dos aspectos: uno emocional, que es fantástico y, por otro lado, uno vuelve ahí a encontrarse con ese espíritu republicano que tiene la Facultad de Derecho de la Chile; con las amistades de todos los colores políticos, de todas las tendencias… y vuelve a surgir ese diálogo propio del patio de la universidad, que uno lo extraña en la vida diaria. Además, percibes que te estás relacionando con una elite intelectual, en que el intercambio per se, es muy positivo y nutricio.
Ahora, a propósito de mi cargo como Directora de la Asociación de Abogados de Familia, también me vinculo con la Facultad para generar actividades conjuntas.
¿Cuál crees que es el rol que tiene la facultad con los egresados?
Yo te diría que la pregunta es: cuál es el rol que tenemos los egresados para con la Facultad. La Facultad ya nos dio lo que tenemos, y ahora es tiempo de que nosotros le devolvamos la mano. Ojalá los que nos sentimos orgullosos de haber egresado de la U pudiéramos transmitirle a los alumnos de ahora, esa mística que tiene haber sido estudiante de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
Yo tengo una hija en segundo año de Derecho y veo que los estudiantes de ahora, de alguna manera, no se sienten tan privilegiados como nosotros nos sentíamos de poder estudiar ahí, o sea, en mi época, todos decíamos "esta es La Facultad de Derecho", y créeme que las instalaciones eran peores y las autoridades bastante más arbitrarias.
Hoy creo que entre los movimientos que tienen, con las tomas y conflictos internos, muchos buenos estudiantes están mirando a otras facultades de derecho, siendo que en realidad antes nunca se discutió que esta era "La Facultad de Derecho" por excelencia. Creo que los egresados estamos llamados a mostrar a la opinión pública, y especialmente a los que hoy día están estudiando derecho, esas ganas de ser los mejores de los mejores, más que pedir tantas cosas, o sea, el patio de la universidad siempre fue chico, la biblioteca siempre fue chica, y eso nunca fue un impedimento para que nosotros nos sintiéramos privilegiados de estudiar ahí. Me parece de la esencia del estudiante el clamar por mejoras y reformas, pero creo que hay que hacerlo sin minar la institución misma. Yo creo que esa sensación de orgullo y pertenencia, ese sentimiento es el que nosotros, como egresados, tendríamos que volver a inculcarle a los estudiantes.
En relación a tu área ¿Cuáles crees que son los cambios fundamentales para avanzar en temas de Derecho de Familia?
De partida tiene que consagrarse como una especialidad del Derecho. Me parece que la Chile, con Maricruz Gomez de la Torre, Fabiola Lathrop y Cristián Lepin, han hecho un gran trabajo, en que se reconozca el Derecho de Familia como una especialidad. En mi época no existía eso, se pasaba dentro de Derecho Civil, un mini pedazo que se llama Derecho de Menores. Entiendo que ahora está mucho más evolucionada la malla curricular, aunque nos falta mucho más debate intelectual al respecto, o sea, no quedarnos en el análisis de un fallo, sino ser capaces de debatir sobre los grandes desafíos del derecho de Familia en Chile, y cómo su mejoramiento y desarrollo implican mejorar la sociedad en su conjunto. Si logras atender bien a un niño en situación de vulneración, contener esa demanda social, por consecuencia, en unos cuántos años deberías tener menos requerimientos en el sistema penal, menos conflictividad en el sistema laboral, etcétera.
Cuando haya conciencia de que todo parte justamente desde el núcleo familiar y que, si uno logra dar buenas soluciones en materia de infancia y judicatura de familia, probablemente vas a tener una sociedad mucho menos conflictuada y judicializada en las otras áreas.
¿Crees que de alguna manera la preferencia del lado masculino permea el derecho de familia?
Lo que pasa es que "la preferencia del lado masculino" es un problema social y cultural; y si hay un lugar donde tu realmente vez reflejado lo que es este país, su sociedad, sus problemas, es justamente la judicatura de familia. Yo siempre le digo a los colegas que ejercen en otras áreas; en impuestos, en tributario, en corporativo, por ejemplo, "La realidad está cuando tú vas a un tribunal de familia", por allí pasa desde el tipo más rico de este país, hasta el más pobre. O sea, puede que una persona nunca vaya a tener un conflicto de Derecho Minero, ni de Derecho Tributario, incluso ni de Derecho Civil ni Comercial, pero te aseguro, que durante tu vida, si o si, vas a tener alguna vez una relación con un Tribunal de Familia. La vida se refleja en esos tribunales, entonces, todo sesgo social se refleja allí, y es ahí mismo donde pueden hacerse cambios culturales.
¿Un cambio en la legislación podría significar un cambio en ese paradigma?
Yo creo que la justicia de familia ha avanzado bastante en esa dirección. Es más, si uno la compara con otras ramas del derecho, ha avanzado muchísimo más que el resto en los últimos 15 años. Cuando se modifica el Código Civil para establecer como principio la coparentalidad, no son solamente derechos los que se les otorgan a los padres, sino que se les imponen obligaciones, y eso significa mirar la sociedad de manera distinta. El papá ya no es el que sale a trabajar y la mamá la que recibe la pensión alimenticia. Decimos "Los dos vamos a aportar pensión alimenticia, pero los dos nos tenemos que hacer cargo de la crianza y el cuidado de este niño". Y entonces, ese tipo de modificaciones legislativas apuntan en el sentido correcto. Ahora, como siempre en nuestra legislatura falta que sea orgánico. Cuando tú haces este tipo de cambios, por ejemplo, modificas esta norma, tú necesariamente tienes que hacer una modificación en el resto de las normativas. En los colegios, por ejemplo, la ley de educación debiera establecer que no puede inscribirse a un niño en un colegio, a menos que vayan ambos padres; una clínica, que no se le pueda hacer una intervención a un niño a menos que comparezcan ambos padres prestando el consentimiento (salvo casos de excepción, por cierto). Eso empieza a generar una cultura de que "estamos a cargo" y no es la mamá la que está a cargo de los hijos. Siempre nos pasa que nos quedamos un poquito cortos en la orgánica.
Considerando que estamos en periodo de presidenciales ¿Cómo crees que los distintos programas de gobierno abordan la problemática del área?
De manera absolutamente precaria. Mi gran anhelo sería que ambas candidaturas se comprometieran en algo simple y concreto: Crear la Defensoría Pública de los Niños y Adolescentes. Esa es una institución que no puede esperar, y que mientras no exista no podremos decir que somos un país desarrollado ni que cumplimos con las Convenciones Internacionales en materia de infancia.
En vez de seguir llorando por las desgracias que ocurren en el Sename, lo que corresponde es asumir compromisos concretos. Si cada niño en este país, que se encuentre vulnerado en sus derechos o sometido de alguna manera a un procedimiento judicial que determine sus condiciones de vida, pudiese tener un abogado propio -ejerciendo la labor de abogado- es decir, defendiendo los intereses de sus clientes, yo te aseguro que habríamos reducido en un 90% las desgracias que hemos presenciado en materia de infancia.
Yo esperaría que alguno de los candidatos se comprometiera con un programa que tiene cero dificultad de implementación, que no tiene costos altos, pero que tiene un fantástico efecto respecto de la precariedad que tiene el sistema que tenemos hoy día. Alguien tiene que abogar directa, especial, única y exclusiva e independientemente, por los derechos de ese niño, sin consideraciones políticas, ni administrativas, ni si hay espacio o no en las redes; y para eso están los abogados. Entonces a mí me parece que es imprescindible, es más, yo lo sostengo en todas las conferencias internacionales: Chile no cumple con la convención de los Derechos del Niño, los niños no tienen acceso a un abogado en este país. Cuando la Constitución le asegura a todo el mundo igualdad ante la ley y derecho al debido proceso, los niños y adolescentes en este país no lo tienen, salvo que hayan cometido un delito. ¿Entonces? Estamos llegando siempre tarde, a la sanción y no a la prevención.
En relación a la convivencia que tienes con las distintas experiencias de Latinoamérica, ¿Cuál es tu percepción a nivel latinoamericano?
A partir del 2011 yo empecé a dedicarme intensamente a lo que se llama Derecho de Familia Internacional. Antes había una visión muy localista, decían: "bueno, pero cómo va a ir a una cuestión internacional de familia si cada uno tiene sus normas, las familias son del mismo país…”. Eso es un error garrafal, porque las conflictivas son las mismas en todas partes, la diferencia es cómo las resolvemos y la gran ventaja que tiene asistir a estas convenciones es que hay otros países que han resuelto algunas materias antes, y entonces puedes servirte de la experiencia de otros países para implementar normativas de mejor manera, etcétera, y la interacción con colegas, no hace sino dar muy buenos resultados para todos los que intervienen.
En general en los congresos internacionales dicen: "Bueno que el abogado de Chile o de Argentina exponga sobre la situación de Sudamérica". La situación de Sudamérica en materia de familia es absolutamente diversa: Uruguay es una legislación fantástica, adelantadísima, en que está desarrollada, por ejemplo, la indemnización por daños en materia de familia, en que hay un montón de autores que se dedican a la materia; en Argentina están recién viviendo un cambio drástico en que cambiaron todo su sistema antiguo, modificaron el Código Civil y Comercial, por ejemplo ahora en el matrimonio no existe la obligación de fidelidad. Brasil, es un país donde el Instituto Brasileño de Derecho de Familia (IBIDIFAM) interviene en todos y cada uno de los proyectos de ley que dicen relación con cualquier cuestión que tenga que ver con la familia, antes de que los parlamentarios puedan aprobarlo o no. Entonces, eso hace que obviamente el debate sea mucho más rico y la calidad de las leyes sea muy superior. Y por cierto, hay muchos países que tienen tantas, o más deficiencias que nosotros.
Chile, comparativamente, tiene una situación de “desventaja” evidente. Tenemos Tribunales de Familia y ley de divorcio solamente desde el año 2004. Entonces, hay un montón de conflictos en materia de familia que nosotros llevamos apenas trece años conociendo y discutiendo, cuando hay países que lo llevan conociendo y desarrollando hace cuarenta años. Entonces, ahí obviamente se da una diferencia en la abundancia de jurisprudencia y Doctrina, pero siento que nos estamos poniendo al día de manera apresurada, como lo exigen nuestros tiempos.