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Vivir la vida bien, el concepto de Pamela González, de Biblioteca Central

Vivir la vida bien, el concepto de Pamela González

Pamela González Núñez llegó con apenas 21 años a trabajar a la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Ha vivido en Santiago toda su vida y desde su casa en La Reina recuerda cómo fue que terminó trabajando toda su vida en el mismo lugar, conociendo a miles de abogados y abogadas que egresaron de la Escuela de Derecho más antigua del país.

¿Cómo llegó a trabajar a Derecho?

 Yo no sabía qué iba a estudiar. Quedé en la universidad pero fuera de Santiago y típico de los papás que les cuesta que uno se vaya y dije: ya, voy a estudiar un secretariado ejecutivo. Para entrar a trabajar en la Universidad antes se postulaba y había pruebas, era una semana completa con pruebas para postular a puestos de trabajo y los mejores puntajes elegían las facultades. Me fue súper bien, pero mi madre trabajaba en la Facultad de Medicina, entonces elegí Derecho.

Entré primero a la Secretaría de Estudios, a trabajar directamente con estudiantes porque fui encargada de matrícula, en una época donde no existía la computación. Entonces se hacía todo manual. En esa época estaba de Secretario de Estudios, don Jaime Williams.

La gente más antigua me acogió súper bien, la gente en la Facultad siempre ha sido en general muy acogedora. Piensa tú que entré en junio del 79 y cuando fue el mechoneo del 80, muchos no me conocían todavía y me querían tirar a la pileta cuando se tiraba a la pileta a los alumnos. Yo me arranqué, mis compañeras les decían que yo era funcionaria.

¿Cómo hizo su vida a la par de trabajar tiempo completo en la facultad?

Me casé vieja, a los 30 años, lo pasé muy bien y pololié harto. A mí no me apuraba casarme y no me arrepiento porque después vienen los niños y una tiene que ser mamá y si no lo ha pasado bien, te saltas una tremenda etapa, pero como ya lo habíamos hecho no fue tanto sacrificio. Yo creo que lo que hacen ahora los chiquillos está bien. Mis hijos conocen la facultad desde chicos, cuando me iban a buscar y para la fiesta de la facultad de los niños, donde se juntaban los niños de todos los funcionarios, de los profesores, los administrativos y los auxiliares.

En ese tiempo la convivencia en la comunidad de la facultad era distinta…

Antes eran preciosas las fiestas. Había un grupo de teatro donde yo participaba y hacíamos cuentos para niños. Todos querían ir al Aula Magna, teníamos tiempo y lo ocupábamos en ensayar y dos meses antes empezábamos a trabajar.

Había un funcionario que le gustaba mucho el teatro y hacía de director, él falleció y ahí terminó, hace 27 años atrás. Eran espectaculares, todos se peleaban por estar en el Aula Magna para ver esa fiesta, había vestuaristas, luces, los cuentos eran reales, hacíamos el vestuario o lo conseguíamos del Teatro Antonio Varas, hoy Teatro Nacional. Hacíamos unas fiestas espectaculares, como cuando hicimos Mary Poppins y llegó volando al Aula Magna. Se hizo un trabajo con todo oscuro y ella venía colgada… vieras las caras y expresión de los niños cuando veían esas cosas!!!  Lo pasábamos chancho.

¿Siente que eso ha cambiado mucho? ¿La forma de convivir?

Antes había historias muy bonitas. Había tiempo para unirse, hacíamos paseos, tertulia entre nosotros, conversábamos mucho sobre distintas cosas, teníamos más tiempo, a las horas de almuerzo nos juntábamos más y ahora es muy rápido todo. Ahora veo menos eso.

¿Y cómo ve que han cambiado los alumnos?

Siempre he tenido muy buena relación con los alumnos y han evolucionado. Cuando yo llegué había pocas mujeres y la mayoría de los hombres venía de terno. Y los exámenes … ni hablar que llegaras con ropa deportiva, con corbata, formal formal, las mujeres igual, porque si no, cabía la posibilidad de que no les fuera tan bien.

Los chiquillos se nota que son de la facultad porque son respetuosos. Tienen otra forma de moverse y de hablar. Eso es muy importante, manejan más vocabulario, se expresan diferente.

Me impresioné después de la pandemia cuando recibimos a los nuevos de primero, en la reunión que tuvimos con el Decano. Prácticamente no hablaban, se miraban entre ellos como desconocidos y ya habían hecho clase una buena cantidad de tiempo. En cambio el alumno nuevo antes de la pandemia era puro bullicio, se conocen en el rato, hablan y son como los cabros chicos, preguntando todo.

A dos años de vivir el estallido social a pasos de su epicentro, Pamela reconoce cómo se veía venir lo que hoy nos tiene debatiendo por una nueva constitución.

¿Cómo vivió el estallido social y la pandemia?

El estallido social, todos lo veíamos venir. Uno cuando trabaja en la Facultad, mira el entorno, conversa con los alumnos, con los pares y uno sabe que, de alguna manera, algo iba a pasar, porque es la realidad. Todo el estallido social fue producto de una situación que se llevó a un extremo y no hay nada que decir, no se escuchó.

Yo siempre pienso que las cosas son para mejor, pero si es para cambiar para que nos tomen en cuenta, vale la pena. Yo creo que hay que hacer las cosas pensando en todos, no en unos pocos ni en uno.

Para la pandemia tuve la dicha de tener trabajo, de estar en casa, tranquila trabajando. Porque desde el estallido social empezamos a trabajar en la casa. Ya después con la pandemia ni qué hablar. Soy una agradecida, tengo una casa con espacio, que es súper importante, mis hijos trabajan acá en la casa, entonces fue muy bueno. Me permitió hacer algo que hace muchos años no hacía. Yo trabajo hace harto tiempo y cuando mis hijos eran chicos me la trabajé toda, entonces ahora los aproveché, de conversar, ahora que son grandes, adultos y qué piensan ellos del estallido social, en qué onda están ellos, a mí me gusta escuchar a los cabros jóvenes porque son gente que están naciendo con otras ideas.

¿Cómo ve la relación con el equipo después que cada uno se fue a trabajar a la casa sin saber si se iban a volver a ver?

Dentro del equipo, somos muy afiatados, trabajamos muy bien y nos gusta trabajar juntos. En la pandemia nos comunicamos siempre. Pero fue difícil porque falleció Eugenio (Palacios) y si bien él tenía problemas de salud, no contábamos con eso y nos pilló mal parados. Nos afectó a todos. Otros también cayeron con el Coronavirus, profesores, Pacheco (Fernando), es gente que uno conoce, ha vivido toda la vida con ellos, deambulan en la facultad, los saluda, uno los veía todos los días… fue difícil.

¿Cómo cree que se puede honrar a esas personas al regreso?

 Después que falleció Eugenio, hicimos muchas cosas nuevas en su honor. Hicimos muchos trabajos de investigación para los alumnos, porque él trabajaba con ellos. De repente uno en la oficina no tiene tiempo de ubicar a un alumno porque necesita un libro para algo especial e hicimos esas cosas en honor a Eugenio porque sabíamos que él las hacía.

¿Cómo se imagina volver a la normalidad? ¿Qué le gustaría volver a hacer?

 Yo creo que todos hemos cambiado y no vamos a llegar igual que antes de la pandemia. Yo creo que vamos a mirarnos más y darnos más tiempo. Y cuando termine esto me gustaría invitar a toda mi familia a mi casa.

¿Qué mensaje le enviaría a la comunidad de la facultad tras estas reflexiones?

En general a toda la gente, a los funcionarios les diría que los quiero mucho, a la Facultad la quiero mucho y a todos les diría que el trabajo es muy bueno, trabajar bien, ocupar el tiempo bien, a conciencia, eso es básico pero hay que vivir la vida bien también, hay que tener tiempo para vivir la vida, reír, juntarse con los amigos, festejar y hacerlo bien. Los alumnos tienen una gran pega porque son el futuro y los que van a hacer país en un futuro y el tiempo pasa volando, así que aprovéchenlo y dejen una marca, a nivel profesional o humano.