En una emocionante ceremonia en el Aula Magna, presidida por el Decano de nuestra Facultad, Pablo Ruiz-Tagle, fue presentado el libro "El arte del derecho: un homenaje a Jorge Streeter Prieto".
La obra empastada en una fina edición de dos tomos, reúne discursos en su honor, una extensa entrevista en la que repasa hitos esenciales de su trayectoria de vida, del Derecho y del país, artículos con diversas perspectivas sobre su pensamiento y su invaluable contribución al desarrollo del Derecho, y una recopilación de obras que él mismo ha desarrollado a través de los años, nunca compiladas hasta ahora.
Discurso del profesor honorario Jorge Streeter Prieto
Esta ha sido mi casa espiritual durante buena parte de mi vida. Tengo el privilegio de encontrarme con ustedes, mis amigos. La gente con que he convivido bajo estas aulas durante muchos años, teniendo siempre presente que en este mundo de la Facultad hay una palabra que resume y explicita nuestro quehacer cotidiano; y esa palabra es diálogo.
Una casa espiritual es mucho más que un edificio por importante, famoso y digno que este sea. Lo que llena estas aulas es el espíritu de diálogo entre profesoras y profesores, y de cada uno de ellos con los alumnos.
Eso, es una vida entregada a la universidad, que es la más noble y más digna de las instituciones con que nos toca convivir. Y se sabe y se siente que efectivamente eso es así por verlos a ustedes aquí, por ver a los amigos y amigas, a los compañeros, a la gente con que uno se ha desenvuelto en estas aulas durante muchísimo tiempo. Glorificando esos tiempos en que en ella lo que ha primado es el diálogo a través de la palabra. Por medio de la palabra hacemos lo que nos corresponde, y lo que nos corresponde es dar testimonio de lo que cada uno considera que es la verdad de lo que cada uno tiene más cercano a su corazón, con el deseo de poder despertarlo. Así se hace universidad, así se vive con alumnas y alumnos.
Y me corresponde a mí, la gratísima tarea en este momento de agradecer a mi casa: la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile por haberme dado, primero una educación extraordinaria a manos de una generación de profesores verdaderamente increíbles, con solamente dos nombres que voy a mencionar: un profesor de Derecho Penal, don Álvaro Bunster y un profesor de Filosofía del Derecho, don Jorge Millas Jiménez, personas notabilísimas y, al mismo tiempo al mismo tiempo, personas que entregaron su vida completa a hacer de estas aulas un centro de reflexión y sobre todo de diálogo constructivo.
Ante ustedes, muchos compañeros, muchos amigos, llega el momento de despedirse, pero no es un momento de una despedida triste, sino el momento de una despedida donde uno tiene que dejar algo porque en el fondo como en el caso mío, se ha puesto algo demasiado viejo para seguir realizando todo lo que eso requiere. Cerrar entonces una vida de diálogo al interior de estas aulas es un privilegio verdaderamente increíble que toca el corazón y respecto del cual uno no puede sino estar extraordinariamente agradecido.
Antes que nada por cierto a la Facultad: ¡gracias Facultad, amiga mía! Gracias Facultad en la que me has permitido vivir contigo durante muchos años, con alumnas, con alumnos y en una labor que debe probablemente ser de las más dignas que puede tocarle a un ser humano, y de la cual yo he sido totalmente indigno, pero lo indigno no quita el cariño ni el afecto.
Y con el corazón henchido de gozo le digo a esta Facultad representada por mi querido amigo decano, profesor Pablo Ruiz-Tagle: gracias, gracias por permitirme estar aquí con todos ustedes y por ser parte de esta hermosísima comunidad que aquí se ha creado. ¡Gracias facultad!