En conmemoración de los 300 años del natalicio de Adam Smith, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile llevó a cabo un seminario en torno a su figura y legado.
Abrió la actividad el Decano Pablo Ruiz-Tagle, quien resaltó la importancia de dar cabida en la Universidad a todo el arco de pensamiento riguroso sobre la sociedad, incluso el de pensadores controvertidos y sobre quienes pesa tanto prejuicio, como es el caso de Adam Smith. Destacó la amplitud de intereses intelectuales de este pensador, quien escribió sobre filosofía moral, economía, derecho y retórica, así como su convicción de que esos campos del saber se interrelacionan recíprocamente, al punto de que no es posible conocer cabalmente uno sin considerar los otros.
El Decano añadió que una respuesta con pretensiones de exhaustividad al problema de la condición humana y su vida en sociedad sólo es posible desde una mirada integradora de las humanidades y de las respuestas parciales que proveen esas perspectivas; finalmente, evocó la colaborativa atmósfera intelectual de la Ilustración Escocesa y su esperanza de que ello vuelva a ocurrir en Chile en el futuro próximo.
Continuó el profesor de la Universidad Adolfo Ibáñez, Leonidas Montes, quien destacó que con este homenaje, la Universidad de Chile se adelanta a All Souls y a la Universidad de Glasgow. En su exposición, indicó que Adam Smith dividió su curso de Filosofía Moral en Economía Política, Ética y Jurisprudencia. De sus clases en Glasgow surge su Teoría de los Sentimientos Morales, el libro que le trajo prestigio y reputación y que tuvo seis ediciones. Esta obra fue luego eclipsada en fama por las de Kant y Bentham, pero ha resucitado en los últimos 30-40 años. Su opus magnum fue La Riqueza de las Naciones y su promesa, el Tratado de Jurisprudencia, cuyos manuscritos exigió que quemaran, pero afortunadamente quedaron apuntes de sus clases sobre esa materia.
El profesor Montes resaltó que, ya en 1776, Adam Smith se oponía a la esclavitud, defendía la libertad de las colonias y exigía educación básica pública, cuando los intelectuales de su época creían que esta sólo generaría falsas expectativas para el pueblo, todo en el contexto de la Ilustración Escocesa. A pesar de una iglesia Presbiteriana muy estricta, surge esta explosión intelectual en la “Atenas del norte”, como se llamó a Edimburgo. Incluso Newton fue entendido por primera vez por escoceses.
Adam Smith fue más allá que Hume en el desarrollo de la simpatía (empatía). Sus principios liberales de igualdad, libertad y justicia, tal como los define en La Riqueza de las Naciones, son para Smith los cimientos de la sociedad moderna, concluyó Leónidas Montes.
Redescubrimiento de su filosofía moral
La profesora de la Universidad de los Andes, Alejandra Carrasco, caracterizó a Adam Smith como, ante todo, un filósofo moral, no obstante ser en la actualidad principalmente conocido como un economista. Indicó que el olvido en el que había caído la filosofía moral de Smith -ha sido redescubierta apenas en los últimos 40 años- tuvo como consecuencia que sus tesis económicas fueran mal interpretadas durante los últimos dos siglos. Se refirió a dos de las nociones principales de esa filosofía moral, a saber: la noción de simpatía (empatía) y la de espectador imparcial.
En relación con la primera, destacó cómo la neurociencia contemporánea está actualmente verificando intuiciones alcanzadas por Adam Smith en su obra Teoría de los Sentimientos Morales, por ejemplo, respecto de los cambios biológicos que se producen en nosotros cuando somos objeto de reproche y cómo nuestro carácter se va forjando a partir de ese reproche (quedando abierta la pregunta sobre si esa forja exige un cara a cara con el entorno social modelador o si también es posible en términos más abstractos y propios de una sociedad globalizada como la contemporánea). Continuó resaltando la oposición entre la ética de la empatía desarrollada por Smith y las éticas contemporáneas más influyentes, esto es, las éticas de reglas y de principios, las que se imponen “desde arriba”, como la deontología y el utilitarismo. Por el contrario, la ética de Smith se basa en la íntima comprensión del otro en su particularidad.
A continuación, la profesora de la Universidad Adolfo Ibáñez, Nicole Durat, destacó el siempre presente ejercicio intelectual de Adam Smith consistente en argumentar contra sí mismo, ejercicio que corresponde al paradigma de lo que debiera ser la actitud propiamente filosófica. Así, en la Riqueza de las Naciones, al promover, por razones de eficiencia, la división del trabajo, Smith fue capaz de advertir las consecuencias negativas que labores hiper repetitivas producían en los trabajadores, en especial, la alienación que les generaba, entendida esta como un adormecimiento de sus funciones cognitivas, al punto, incluso, de atrofiar sus capacidades de simpatía (empatía), la base del pensamiento moral de Smith. Es para combatir la alienación que sufren los trabajadores especializados, esto es, la mayor parte de la población, que Smith promueve la educación básica pública. Más en general, es posible advertir una preocupación por la calidad de vida de los trabajadores a lo largo de toda la Riqueza de las Naciones.
La profesora Durat indicó que Marx, si bien critica intensamente la obra de Smith, también bebe copiosamente de ella. Posteriormente, se refiere al aporte de Smith a la teoría política, en tanto justifica el compromiso político (así como los rangos sociales) a partir de su ética relacional basada en la simpatía, en oposición a las justificaciones contractualistas, que difícilmente explican ese compromiso para la “gente de a pie”. Finalmente, la profesora Durat cita al Smith de la Riqueza de las Naciones: “en una sociedad bien gobernada la riqueza que se produce debiera servir para que incluso el trabajador más pobre tuviera lo suficiente para vivir dignamente”.
Por su parte, el abogado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, Gonzalo Vidueira, cuya tesis de grado versó sobre Adam Smith, se refirió a las Lecciones sobre Jurisprudencia de Adam Smith, que corresponden a apuntes para sus clases sobre esa materia. Su temario parte con una breve introducción a las clases de 1762-1763. El capítulo principal habla sobre la justicia, entendida como “no dañar a otro” y, dentro de ella, distingue la justicia como hombre (derechos reales y personales); la justicia como miembro de la familia (abordando la relación entre cónyuges, con los hijos y con los sirvientes); la justicia como ciudadano (siguiendo una perspectiva histórica a partir de Roma y culminando en la Escocia e Inglaterra de su época). La última de las materias del curso consiste en la “política o regulación de un gobierno en general”, referida a objetivos de limpieza, seguridad y por sobre todo a opulencia, donde plantea el pensamiento que luego plasmará en La Riqueza de las Naciones.
Cerró la jornada el profesor de la Universidad del Desarrollo, Felipe Schwember, quien recogió lo ya dicho en las exposiciones anteriores, en el sentido que ni la filosofía moral ni la teoría económica de Adam Smith descansan en el egoísmo. A continuación, rescató algunas ideas centrales de la Riqueza de las Naciones, en primer lugar que el mercado y la competencia comercial no son juegos de suma cero, vale decir, no se trata necesariamente de intercambios en que uno gana y el otro pierde, de lo que se sigue que ese mercado y competencia no están motivados por el egoísmo; en segundo lugar la comprensión por Adam Smith de las condiciones, posibilidades y alcance del mercado como sistema de cooperación; y tercero, la comprensión por Smith del carácter emergente de los fenómenos económicos y la consiguiente sutileza que exige su comprensión y tratamiento.
Así, el profesor Schwember hizo especial énfasis en que el mercado presupone la existencia de reglas que preservan los derechos de otros. También destacó que, para Smith, el mercado es un sistema de cooperación que funciona aun cuando sus partícipes solamente pretendan beneficiarse a sí mismos. Planteó, a continuación, que Smith, lúcidamente, tomó conciencia que, así como el derecho es un mecanismo de cooperación que hace posible la concordancia formal de los arbitrios de quienes intervienen, el mercado permite la concordancia material de los arbitrios de esos agentes. Por eso, el mercado (la economía) presupone el derecho. Sólo en esas condiciones, el mercado permite coordinar las iniciativas que cada agente adopta en búsqueda de su bienestar con las de los demás, generando un juego en que, al menos en teoría, todos ganan.
El expositor comentó que las iniciativas de los otros ofrecidas en el mercado constituyen los medios y oportunidades para satisfacer los intereses de los unos. Así, el Mercantilismo no habría entendido estas características estructurales del mercado y la economía y de ahí su superación. Termina resaltando la distinción entre, por una parte, el egoísmo y, por la otra, la persecución del propio interés. El mercado exige lo segundo, no lo primero.
A continuación, se formularon preguntas del público que motivaron interesantes respuestas de los panelistas.