"20 años de la Ley de Filiación, una ley buena" - Mauricio Tapia

El 26 de octubre de 1998 se publicó la ley Nº19.585 que modificó el Código Civil para consagrar la igualdad de todos los hijos, cualquiera sea su filiación, esto es, nazcan dentro o fuera del matrimonio. Con ella, nuestra legislación se adecuó a la Constitución y a los tratados internacionales sobre derechos humanos, dejando atrás odiosas y crueles discriminaciones entre hijos legítimos, naturales e ilegítimos. Si existen leyes “buenas”, esta fue una de las mejores.

Esta igualdad se materializó en diferentes y relevantes dimensiones, en favor de todos los hijos: en el derecho de alimentos, en los derechos hereditarios, en el cuidado personal y en la patria potestad.

También se reconoció el derecho a la identidad, por el que toda persona tiene derecho a conocer a sus progenitores, destacando la posibilidad de recurrir a las denominadas “pruebas periciales de carácter biológico” (ADN).

Por otra parte, se recogió expresamente el principio del interés superior del niño como criterio rector para todas las decisiones que los afecten.

No obstante, a veinte años de esta crucial ley, nuevos desafíos hacen necesarias nuevas reformas.

En primer lugar, las técnicas de reproducción humana asistida, únicamente aludidas en la ley civil, reclaman una regulación sistemática que otorgue una solución, por ejemplo, a la reproducción asistida a la que se someten personas del mismo sexo o personas solas, a la maternidad subrogada, a la fecundación post mortem, entre otros.

En segundo lugar, existe una deuda pendiente en materia de filiación adoptiva que se ha hecho patente a través de los conocidos casos de vulneración de derechos de niños a cargo del Estado, y que requieren de un hogar que los proteja, cuide y eduque. Es necesario un procedimiento más rápido y eficaz que vele por su interés superior, sin excluir a los interesados en adoptar según si están o no casados o según su orientación sexual.

Por último, también resulta necesario perfeccionar las reglas de cuidado personal compartido de los niños, luego de la separación de sus padres, incorporando medidas que aseguren una corresponsabilidad efectiva de los mismos.

A 20 años de la ley de filiación, celebramos el avance monumental en derechos y dignidad que ella significó y esperamos seguir avanzando en esa senda.

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