"La COP25 y el balance ambiental del país" - Sergio Montenegro

Diversos medios de prensa han destacado que la próxima realización de la COP-25 constituirá no solo el evento máximo para discutir sobre las medidas para enfrentar el cambio climático, sino que servirá para que la política ambiental del país sea sometida a un escrutinio por parte de los medios internacionales, y que, en particular, dicho escrutinio debería recaer sobre los compromisos adquiridos y logros obtenidos en materia ambiental.

Al respecto, el balance ambiental del país resulta preocupante siendo país anfitrión de la citada COP. En efecto, estudios como los informes de estado del medio ambiente en Chile (Instituto de Políticas Públicas de la U.Chile), el informe ambiental de la OCDE, ranking de evaluación ambiental de la U.de Yale ( Chile N°84, entre 180 países), informes de Greenpeace y el Air Quality Index (Chile tiene nueve de las 10 ciudades más contaminadas de Sudamérica), conducen a reconocer que no solo existen ciertas “zonas de sacrificio “, sino que debiera considerarse todo el país como “zona de sacrificio”.

A todo lo anterior se debe agregar que por primera vez un lago (Villarrica) es declarado “saturado” de contaminantes y que el año pasado, en dos o tres eventos, Coyhaique fue la ciudad más contaminada “del mundo”; e información reciente revela importantes retrasos en la aplicación de planes de descontaminación en todas las regiones, de O’Higgins a Coyhaique.

En compromisos adquiridos, la situación es aún más preocupante: lento avance en el proyecto que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas, y paralización de la iniciativa para reformar el Sistema de Evaluación Ambiental.

Se ha sostenido también que esta cumbre ofrecerá una oportunidad para demostrar que el crecimiento y la sustentabilidad son objetivos compatibles. Agregaría, para completar el ideario del Informe Brutland (1992), que debe asegurarse una efectiva equidad social.

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