"El Caso Zamudio, efectos más allá de sancionar un crimen" Ernesto Vásquez
Hace unos días se cumplieron seis años de la muerte de Daniel Zamudio, un joven cuya orientación sexual fue motivo para ser agredido en pleno centro de la capital. El actuar de los condenados nos debe hacer meditar como sociedad sobre la violencia y sus efectos. Para graficarlo declamamos en el foro las sabias palabras del Ex Ministro Adolfo Bañados, quien señaló la frase de la cual nos apropiamos: “Los acusados actuaron sin Dios ni Ley”. El fallo recoge una narración del terrible episodio, dando cuenta que el joven Daniel Zamudio dejó de existir a consecuencia de las agresiones realizadas por los acusados. Así, el Ministerio Público rotuló los hechos como constitutivos del delito de homicidio calificado y el tribunal coincidió.
Este caso significó un cambio de paradigma social, dejamos atrás años donde la mofa era la directriz del humor. Sonreír es una excelente terapia y aporta a la salud, pero reírse y mofarse del otro –como ocurrió en el asunto en comento- es absolutamente censurable. La violencia bajo ninguna circunstancia se justifica, es la regla general básica que se enseña en nuestras aulas de la Facultad. En un Estado democrático de derecho, todos merecen respeto, sin importar raza, religión u orientación sexual. La vida es para ser feliz, donde cada cual ha de materializar sus sueños. A ningún individuo le está permitido usar la autotutela, por más nobles que parezcan sus posturas. La violencia es hermana de la mentira y justificar una u otra -según la conveniencia- retrata al que lo hace.
Hay en toda comunidad formas legítimas de discriminación y otras arbitrarias. El llamado caso Zamudio -su investigación y fallo por el Cuarto Tribunal Oral en Lo Penal de Santiago- tuvo efectos más allá de lo penal. El recuerdo del ataque homofóbico sufrido por Daniel -por quienes simplemente actuaron como bestias- nos debe llamar a la reflexión.
Este hecho generó un despertar de humanidad y su muerte fue la luz que gatilló un proyecto que dormía en el Congreso, que hoy se conoce como “Ley Zamudio” o Ley de No discriminación. Él ha sido semilla de protección para muchos, pues dicha normativa crea una agravante penal y además es un mecanismo de protección frente a la discriminación arbitraria. De ahí que la memoria de Daniel –enhorabuena- ha sido vida en abundancia para otros y por ello, bien vale conmemorar este hecho que nos ha dado una dura lección a la sociedad, intentar vivir y convivir en armonía y paz, consiguiendo algo de justicia.