"Mujer y Trabajo: la brecha salarial entre hombres y mujeres". Gabriela Cisterna

Las problemáticas de género que se evidencian hoy se manifiestan en todas las etapas y áreas de la vida. En etapas desde el nacimiento hasta la vejez y en las áreas salud, educación y trabajo.

El tema que se plantea dice relación con la brecha salarial entre hombre y mujeres.

Si bien el trato discriminatorio hacia las mujeres en el mundo laboral se refleja en sus remuneraciones, jornada, funciones, etcétera, es la brecha salarial el dato más objetivo y escandaloso.

De acuerdo a la Encuesta Suplementaria de Ingresos 2016 realizada por el INE, los Hombres percibieron un ingreso medio de $601.311, mientras que en las Mujeres el ingreso medio llegó a $410.486. Así, la brecha salarial de género se ubicó en -31,7% en menoscabo de las Mujeres.

El Código del Trabajo contempla, en el artículo 62 bis, una herramienta legal, que dispone: “El empleador deberá dar cumplimiento al principio de igualdad de remuneraciones entre hombres y mujeres que presten un mismo trabajo, no siendo consideradas arbitrarias las diferencias objetivas en las remuneraciones que se funden, entre otras razones, en las capacidades, calificaciones, idoneidad, responsabilidad o productividad”. Esta herramienta consiste en una denuncia judicial en procedimiento de Tutela Laboral y para ejercerla, previamente debe estar concluido el procedimiento establecido en el Reglamento interno de la Empresa. Es una disposición de compleja aplicación, toda vez que contempla más criterios diferenciadores que la propia Constitución (capacidad e idoneidad) como son las calificaciones, responsabilidad o productividad, factores muy amplios lo que, sumado a las investigaciones previas, que impiden ejercer efectivamente una denuncia.

Esta brecha responde a patrones culturales, siendo el hombre el “llamado” a tener una remuneración principal; a las dificultades de conciliar la vida familiar y trabajo con largas jornadas laborales y dificultades en el cuidado de los hijos, que son asumidas casi absolutamente por las mujeres.

Son los movimientos sociales los que generan estos cambios estructurales, los que evidencia problemas, centran las discusiones y permiten su modificación para estar en una sociedad de respeto, igualdad y pleno ejercicio de nuestros derechos. Resulta evidente que hoy el cambio es urgente y un imperativo moral irresistible.

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