Cuarto hito: Edificio Los Presidentes

Con el paso del tiempo, la Escuela de Derecho ha ampliado sus dependencias, pero manteniendo la fachada indicativa del edificio patrimonial. En 1998 se habilitó la nueva Biblioteca Central; entre 1997 y 2002 se remodeló el Aula Magna; en 2007 se inauguró el edificio Los Presidentes; y en 2012 el edificio de la Escuela de Posgrado.

En el edificio Los Presidentes se reconoce el aporte al país de la Facultad de Derecho. De 21 períodos presidenciales con la máxima autoridad nacional ocupada por egresados de la Universidad, la Facultad de Derecho ha aportado 17 al país. A saber, como se muestra en la placa, Manuel Montt (1951-1961); José Joaquín Pérez (1861-1871); Federico Errázuriz Zañartu (1871-1876); Aníbal Pinto (1876-1881); Domingo Santa María (1881-1886); Federico Errázuriz Echaurren (1896-1901); Germán Riesco (1901-1906); Pedro Montt (1906-1910); Ramón Barros Luco (1910-1915); Juan Luis Sanfuentes (1915-1920); Arturo Alessandri (1920-1925/1932-1938); Emiliano Figueroa (1925-1927); Juan Montero (1931-1932); Pedro Aguirre (1938-1941); Gabriel González (1946-1952); Patricio Aylwin (1990-1994); Ricardo Lagos (2000-2006), a los que se pueden incluir Gabriel Boric (2022-) y Carlos Dávila (1932), aunque éste último de modo no oficial, como presidente provisional.

El edificio Los Presidentes suma 7.500 metros cuadrados al edificio patrimonial. Comprende cinco pisos y tres subterráneos, con 16 salas, una de ellas especialmente acondicionada para litigación, y el auditorio. Este edificio está concebido bajo el concepto de transparencia, noción fundamental en la administración de justicia, como también la convergencia entre tradición y modernidad. La autoría es de los arquitectos Humberto Eliash y Jorge Marsino, quienes ocuparon el vidrio como uno de los principales materiales, manteniendo una gran luminosidad natural e impidiendo la contaminación acústica (Universidad de Chile, 2007). Siguiendo la línea del edificio histórico, el edificio Los Presidentes busca maximizar el uso de ventanas de piso a cielo, visibilidad entre aulas y pasillos a través de barandas de cristal. A través del juego de transparencias y reflejos que aparecen al recorrer el edificio, se logra una arquitectura ligera de lecturas múltiples. En cuanto al lenguaje arquitectónico, no hay un orden impuesto por la simetría ni por la monumentalidad del edificio patrimonial, sino una composición libre dada por elementos de un mundo más diverso, complejo, de equilibrios inestables, que es la sensibilidad del siglo XXI (Humberto Eliash, 2008).

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