La cita fue a mediodía. A las 12:01 no cabía un alfiler en la Sala de Facultad, la más solemne de las dependencias de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile.
La presentación del libro “La gesta del derecho de autor en Chile: conversaciones con Santiago Schuster”, escrito por el profesor emérito de la Universidad de Chile, filósofo, músico director y fundador de Quilapayún, Eduardo Carrasco Pirard y publicado por Editorial Catalonia, convocó a autores, artistas, abogados, estudiantes y más. Dos mundos unidos por la protección de la creación artística.
Presidido por el Decano Pablo Ruiz Tagle, la prentación del libro, estuvo a cargo del profesor de la Facultad y ministro de la Corte Suprema, Arturo Prado Puga, la cantautora Cecilia Echeñique y el cantautor Manuel García.
Entre los invitados estaban el decano de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile, profesor Fernando Carrasco; el director de Cisac, José Rafael Fariña; representantes de las distintas sociedades de gestión colectiva: Rodrigo Osorio de la SCD, Daniela Castaño de ATN, Arturo Duclós de Creimagen y Claudio Ossa, director del Departamento de Derechos Intelectuales, entre otros.
El profesor Pablo Ruiz Tagle dio la bienvenida señalando que nunca se había reunido tanto talento creativo, tantos artistas, tantas personas que trabajan en el derecho de autor en la Sala de Facultad. Recordó a su padre escritor, Carlos Ruiz Tagle, y confesó su doble militancia: “Soy integrante de la Academia de la Lengua, los temas de la literatura, del arte, de la creación, de la música, me interesan, me apasionan más a veces que el Derecho”, dijo.
Destacó la carrera de Eduardo Carrasco y del profesor Schuster.
“Sobre el derecho de autor hay tremendas discusiones y conversaciones filosóficas. Quería agregar un solo punto sobre esto; en la historia de la política y de la teoría del derecho, la propiedad intelectual es la que está más claramente basada en el trabajo humano. Y eso le da una dignidad, una prestancia que no tienen, a veces, las otras propiedades que son físicas y que se reciben como cuestiones materiales. Estas conversaciones dan cuenta de las dificultades de hacer algo que hoy día conocemos como la institucionalidad del derecho de autor: ley del libro, de la música, del cine… todo el proceso de la gestión colectiva que fue muy difícil”, señaló.
A continuación, el gerente general de Editorial Catalonia, Arturo Infante agregó que lo llenaba de orgullo incluir en su catálogo este libro.
“Este texto nace de una conjunción virtuosa de dos personas que son insustituibles en la historia que cuentan. Un filósofo, poeta, fundador de uno de los conjuntos musicales más emblemáticos de Chile. Y un abogado especialista en el tema de los derechos de autor que además vivió una larga parte de su trayectoria al frente de quienes fueron montando las sociedades, que se preocuparon del derecho de autor en Chile”, afirmó.
“También es decisiva la reflexión de los creadores en la era digital, en el futuro del derecho. En el mundo de las nuevas tecnologías, todo esto está tratado en el libro, las dimensiones del conocimiento que recién se asoman”, agregó.
Los presentadores
La presentación partió con la cantautora Cecilia Echeñique, quien se presentó como “testigo de esta historia” y dijo que se concentraría en el capítulo de la formación de la SCD.
“Con La Llegada de la democracia, tuvimos la oportunidad de luchar por nuestra tan esperada autonomía. Recuerdo nítidamente los buses camino al Congreso, todos los artistas comprometidos, de las más diversas expresiones, con nuestro líder asesorándonos para obtener los mejores resultados”, comentó.
“Leyendo todo lo que generamos en la SCD; los sellos, las bases de datos, escuela de música popular, (la primera en su tipo en Chile dirigida por Guillermo Rifo y después por Eduardo Carrasco), las salas SCD, la misma Fundación de la Música Chilena. etc. Todo esto nacía en lo que en el libro no cuenta, que eran los famosos “retiros”. Estos se hacían una vez al año, por unos tres días, en un lugar alejado, para soñar esta sociedad, donde Santiago (Schuster) llegaba con estas propuestas que parecían sueños imposibles y nos entusiasmaba con tanto vigor, que como consejo terminábamos arriba de esos carros con una energía total”, recuerda.
Fue tanto el prestigio de la SCD, que el año 2000 organizó el Congreso Mundial de Sociedades de Autores, después de Paris y Estados Unidos.
“Nos jugamos por demostrar nuestra fuerza. Fue un atrevimiento maravilloso lo que logramos, hay muchos detalles sabrosos en el relato que hace Santiago en este libro. Vinieron 600 delegados de todo el mundo y fue José Saramago quien estuvo a cargo del discurso inaugural en el antiguo Congreso Nacional, donde premonitoriamente dijo que él se revelaba a ser un “prestatario de contenido de Internet” y reclamaba seguir siendo un autor”, relató Cecilia Echeñique.
Por su parte, el cantautor Manuel García recordó su llegada desde el norte a estudiar guitarra en la capital.
“Una vez que uno creaba en esos tiempos, y después de que finalmente lograbas entender dónde y cómo se podía registrar un material de manera profesional, la conversación de pasillo entre pares era: ‘hay que ir a la sociedad de derecho autor a inscribirse’. Entonces, cuando llegaba a un edificio bien constituido, a una institución donde por lo general te recibían de manera muy solemne, en ese mesón en calle Marín, uno pensaba que era una institución estatal. Muchos músicos y artistas por años así lo han pensado, y tal vez algunos lo piensan todavía”, relata García.
“Me parece una búsqueda tenaz que hace Eduardo Carrasco, en un corre que te pillo ontológico, como en algún minuto le llama Santiago, también blandiendo su espada contra Carrasco con su capa y su antifaz, quien lo corretea por unos laberintos y pasillos abismantes a nivel filosófico de lo que es o no una creación artística”, añadió.
Y advierte el músico: “Cuando ustedes lean el libro lo van a encontrar incluso novelesco porque empieza a generar una conversación donde hay otra conversación adentro de otra conversación. Al punto que me parece interesante también que el libro es un hecho vivo, porque deja planteada muchas veces: esto es para otra conversación, pero esto es materia de reflexión, de otro asunto, siendo el mismo asunto. Soy un agradecido de este libro porque creo que todavía se puede construir el árbol genealógico de lo que ha significado la sociedad de derecho autor”.
El profesor de la Facultad y ministro de la Corte Suprema, Arturo Prado, en su turno agregó que “la gesta que se promete contar a través de estas conversaciones, si bien no tienen la magia retórica de las luchas de epopeya irreales dela época infantil, tales como las proezas de d´Artagnan, o del fantástico Mio Cid, presentan como denominador común el narrar a través del diálogo, un paciente recorrido lleno de contenido que acompaña la trayectoria vital del profesor Schuster. Su capacidad de trabajo, su fortaleza y su tenacidad para enfrentar la adversidad, culminan contribuyendo a darle realidad, reconocimiento y autonomía institucional al denominado derecho de autor y posteriormente, al desarrollo de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor y a consolidar más tarde la Confederación Internacional de Sociedad de Autores y Compositores (CISAC)”.
El magistrado señaló además, que aborda temas contemporáneos como la digitalización y la piratería.
“El libro se convierte en un recurso valioso para entender la complejidad del entorno actual en el que los creadores deben operar, así como las implicancias legales y éticas que esto conlleva”.
Los protagonistas
El autor, Eduardo Carrasco reveló la inquietud que lo motivó en un comienzo: “Cómo surge un Santiago Schuster, ¿de dónde viene?, ¿cuáles son las particularidades de esa experiencia que conducen a un tipo a tener ese interés, ese matrimonio tan radical con los artistas, siendo que él no es un artista, no es un creador. El libro pretende responder esa pregunta”.
Al libro, que es la gesta del derecho autor en Chile, que es esta parte de la historia en la cual “muchos de los que aquí estamos fuimos protagonistas, en uno u otro sentido, de la gesta de lograr la institución del derecho de autor en Chile. Es un reconocimiento de lo que hizo Santiago, de la importancia de su pensamiento y también la tristeza de que la grandeza que implicaba todo ese movimiento se haya frustrado. Se acabó el gran diseño, que ojalá algún día pueda volver”, sentenció Carrasco.
El último en hablar fue el profesor Santiago Schuster, quien partió agradeciendo al autor por haberlo convencido de realizar las conversaciones; al Decano por alentarlo a terminar el doctorado y a los presentadores, “que han estado perfectos. Cuando hablaban me sentía conmovido y algo avergonzado porque en realidad no sabía si estaban hablando de mí o de otra persona, pero ciertamente ha sido precioso todo lo que han dicho”, explicó.
“No quiero nombrar a nadie porque dejaría algunos sin nombrar, pero les voy a dar un consejo. Nunca participen en un libro de conversaciones. Es el primer y último libro en el que participo. He tenido un interrogador fantástico”, finalizó.