Hace 100 años se creó la primera escuela de trabajo social de Chile y de Latinoamérica. Nacía así una nueva profesión que surgió en el contexto de las primeras décadas del Siglo XX que fueron de agitación y de muchos cambios sociales.
En este centenario, saludamos a las queridas trabajadoras sociales de la Facultad: Marcela Muñoz y Paula Valenzuela de la Unidad de Bienestar, Paulina Navarrete de la Oficina de Género y Diversidad Sexual, y Raquel Calvarro, de la Unidad de Equidad e Inclusión. Ellas son las herederas de una labor en pos de mejorar la calidad de vida de los demás.
“Fueron precisamente las asistentes sociales las que llegaron a formar y a hacerse cargo del servicio a los estudiantes”, explica Paulina Navarrete.
De hecho, la Unidad de Bienestar de la Facultad de Derecho es una de las unidades más antiguas de atención a estudiantes de la Universidad de Chile.
“Con los años y los cambios, las trabajadoras nos hemos ido también adecuando a las necesidades y a las nuevas realidades. Y a las herramientas básicas que tenemos como las entrevistas, la visita domiciliaria y otras, hemos ido sacándole brillo y adaptando a las necesidades que tienen los estudiantes de nuestra facultad”, señala Marcela Muñoz.
“En el fondo aquí se promueve un desarrollo integral de los estudiantes porque se le da una compañía completa”, agrega Paula Valenzuela.
Por su parte, Raquel Calvarro resalta el rol del trabajo social aplicado.
“Porque en su momento el trabajo social, tuvo más relación con resolver situaciones de salud, de pobreza, pero hoy día, el trabajo social es más aplicado. Por ejemplo, yo soy una trabajadora social que me he dedicado a la inclusión de personas con discapacidad”.
Los orígenes
El 4 de mayo de 1925 se fundó la Escuela de Servicio Social de la Beneficencia Pública y su primera directora fue Jenny Bernier, una profesional de origen belga. El objetivo era formar visitadoras sociales que sistematizaran la asistencia social en Chile y que colaboraran con los equipos de salud y las instituciones de beneficencia en la atención social de la población.
La idea comenzó a concretarse gracias a la visita –gestionada por la Universidad de Chile y la Cruz Roja chilena- del médico belga René Sand, secretario de la Cruz Roja Internacional y fundador de los primeros cursos de servicio social en Europa. En Chile tomó la tarea de impulsar esta escuela el médico Alejandro del Río, miembro de la Junta Nacional de Beneficencia Pública.
Entonces se organizaron bajo un mismo alero, las instituciones de ayuda social que colaboraban con el organismo: la Casa de Huérfanos y Expósitos (1778); la Sociedad Protectora de la Infancia (1894); las Gotas de Leche (1901) y las Ollas Infantiles (1908).
En la primera generación egresaron 44 visitadoras que se ocuparon principalmente en hospitales e instituciones de salud en funciones paramédicas y parajurídicas. Luego comenzaron a cumplir funciones en industrias, cajas de previsión, escuelas urbanas y bienestar estudiantil en la Universidad de Chile.
Con los años, la Junta Nacional de Beneficencia resolvió sustituir el nombre de Visitadora Social a las egresadas de la escuela, por el título de Asistente Social. El resto es historia.