Noticias

Séptimo ciclo Cultura en Derecho fue dedicado a exalumno Raúl Ruiz

Séptimo ciclo Cultura en Derecho fue dedicado a exalumno Raúl Ruiz

Entre el 21 y el 24 de octubre, la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile organizó el ciclo “Cultura en Derecho: Raúl Ruiz vuelve a la Facultad”. Una serie de actividades para rescatar el legado del destacado cineasta y Premio Nacional de Artes de la Representación y Audiovisuales (1997), quien estudió Derecho en esta misma casa de estudios antes de dedicarse al cine.

El programa incluyó una muestra de cortos de distintas épocas, entre los que destacaron Epistolar (2012) y Sotelo (1976); la proyección del cortometraje La Maleta (1963) —la primera cinta de Ruiz—, y una mesa de conversación que abordó las múltiples facetas del creador, y que fue moderada por el abogado Francisco Castillo.

La mesa de conversación congregó al Decano de la Facultad de Derecho, Pablo Ruiz-Tagle; al poeta y doctor en Filosofía, Bruno Cuneo, quien es director del Archivo Ruiz Sarmiento del Instituto de Arte de la UCV; al cineasta Christián Aspée, quien fue asistente de dirección y productor ejecutivo de muchas películas de Ruiz; el actor Pedro Vicuña, que formó parte de varios de sus elencos y Yenny Cáceres, periodista, crítica de cine y autora de “Los años chilenos de Raúl Ruiz”.

El Decano dio la bienvenida a los invitados y recordó a otro exalumno y Premio Nacional de Literatura, Armando Uribe, muy cercano a Raúl Ruizy que argumentaba cómo el cineasta tenía cierta “huella” de la Facultad de Derecho en su obra y en su vida.

“En una entrevista que se tituló Poética del cine, en que habla de las utopías, menciona las reuniones bohemias en el bar El Bosco, ‘donde se reunían estudiantes de derecho y del Instituto Pedagógico. Discutían, criticaban y practicaban en todos los niveles esta utopía en forma de monstruo que se llama Quimera. El cuerpo del monstruo estaba compuesto de tres criaturas distintas: la cabeza de mujer representaba una visión alegórica, la de una sociedad gobernada por la ciencia y dedicada a imponer la justicia social, el cuerpo era el de un andrógeno y representaba la visión fraternal de los pueblos empobrecidos y explotados, los miembros que eran los de un león representada la unidad de América Latina y la patria’”, leyó el profesor Ruiz-Tagle.

Entre las referencias, destacó especialmente una que es “significativa para nosotros los que hemos estudiado derecho y que ha encontrado Patricio Tapia. Dice que discutiendo con otras personas surgió un concepto que -lamentablemente está muy de moda hoy día- ha contaminado la izquierda y la derecha igualmente; el concepto nefasto de establecer la diferencia insalvable de amigo y enemigo que deriva del pensamiento del jurista nazi Carl Schmidt. Y cuenta Raúl Ruiz lo siguiente: ‘En el Festival de cine de Mannheim, Alemania, en una conversación aislada en un rincón, terminamos gritando. Todos los demás decían: "viva Carl Schmidt", y yo gritaba: “viva Hans Kelsen”. Esta es una prueba de que estudió en esta facultad”.

Y agregó: Hoy nos acompañan en esta mesa destacados conocedores de Ruiz, personas que han estudiado, editado su obra y que trabajaron directamente con él. Me alegra y les agradezco que nos honren con su presencia. Cristian Aspé, Yenny Cáceres, Bruno Cuneo y Pedro Vicuña. Gracias a ellos por su generosidad”.

Todos los universos de Ruiz

Raúl Ruiz Pino, hijo de un marino mercante y una profesora, nació en Puerto Montt, pero a los 6 años se instaló con su familia en Quilpué. Estudió derecho porque su padre, el capitán Ernesto Ruiz, quería que su único hijo fuera abogado. Se matriculó en la Universidad de Chile en 1959, pero no avanzó en los estudios porque su verdadero interés era el teatro y escribir obras.

Bruno Cuneo y Ruiz escritor

El poeta, doctor en Filosofía, académico de la UCV y director del archivo Ruiz Sarmiento de esa universidad, advierte que él no es un teórico del cine de Raúl Ruiz. “Soy su archivista, podríamos decir el editor de su obra literaria, y ese es el lugar desde el que me gusta y puedo hablar. La relación que tuve con él, que fue corta, pero significativa, también fue una relación literaria. Yo soy poeta y él me pidió en un momento la formulación de un proyecto. Haber trabajado durante ese tiempo con él fue para mí un catecismo estético, porque me di cuenta no solamente de la velocidad y la libertad creativa que tenía, sino también de su tremendo conocimiento literario”.

Bruno Cuneo ha editado desde 2013 hasta 2024, prácticamente toda la obra literaria de Ruiz. Unos ocho libros publicados en Chile y en Francia, incluidas algunas ediciones que ni han aparecido en Chile.

Cuneo contó que la raíz de Raúl Ruiz escritor está presente ya en su juventud. A los 15 años quería ser poeta, “pero se dio cuenta que los poetas vivían muy mal y que un cineasta mal pagado vivía mucho mejor que un Premio Nacional de Poesía”.

Y después cambió esa vocación por la dramaturgia. De hecho, “La Maleta”, su primera película, es la adaptación de una de sus obras de teatro.

El profesor Cuneo pone de ejemplo, sobre su esencia de escritor, el cuaderno de Derecho que se conserva entre las piezas del archivo en la Universidad Católica de Valparaíso.

“Se trata del cuaderno de Ruiz que contiene apuntes de las clases de Derecho Civil e Historia Económica de Chile, pero está salpicado de poemas, fragmentos de guiones, de obras de teatro. A Raúl le gustaba mucho probar todas las formas métricas, y también el verso libre”, explica.

Y agrega que varios de los versos aluden a los ‘goliardos’ (los estudiantes medievales que vagaban), muchos de ellos se refieren al aburrimiento de los estudiantes en las clases de Derecho Civil como este llamado “La cueca de civil”.

Mi vida tengo sueño,

estoy aburrido,

no sé si estoy despierto

o estoy dormido.

 

Estoy dormido sí,

quiero una cama,

todos están aburridos,

nadie reclama.

 

Nadie reclama no,

nadie se atreve,

vivan los estudiantes

que estudian leyes.

 

Que estudian leyes sí,

pobres muchachos

cuando no van al cine,

están borrachos.

 

 Como estropajo sí,

 los estudiantes

en la escuela de leyes

no son los de antes

No son los de antes sí,

vivan las leyes.

Ruiz mantuvo una carrera literaria paralela, en muchos casos secreta. Dejó varios libros de poemas, de conversaciones, diarios íntimos, ensayos publicados en revista, guiones sin realizar, un libro de teoría cinematográfica...

“Si uno junta todo este material, es un poco reductivo considerar a Ruiz simplemente un cineasta”, dice Cuneo.

El poeta señala que literariamente Raúl Ruiz va a perdurar por haber escrito un diario íntimo extraordinario. “El diario de Raúl, que se publicó en dos tomos, es una pieza mayor dentro de la tradición de los diarios íntimos artísticos. Está salpicado de reflexiones sobre su vida cotidiana en París, sobre sus aficiones, sus temores, sus melancolías, su tristeza”.

Agregó:

“El diario también nos muestra una melancolía final de Raúl Ruiz que proviene de muchas cosas: del envejecimiento, también de la universalización del paradigma capitalista o neoliberal en el cine, de la muerte de sus amigos, la traición de los suyos en el ámbito político, muchas cosas que serían largas de detallar”.

Christian Aspée y Ruiz creador de mundos

El también cineasta Christian Aspée fue el productor histórico de Raúl Ruiz, también su asistente de dirección. Por ello, en esta conversación partió presentándose como “la persona que tenía que ver con todo lo que han dicho, pero tenía que llevarlo al piso, a la realidad, concretar las ideas. Raúl me contaba poesías, decía cosas, yo me ponía a soñar y resulta que ese era el guion de la película. Entonces, después tenía que –necesariamente- traducir lo que me había dicho. Tenía que poder hacer que la silla fuera la silla, la puerta fuera la puerta”.

Y en ese contexto recordó algunas anécdotas.

“Un día me dijo: Oye, esta película es como el chiste del boliviano, el chileno, el peruano. Es la historia de un francés que viene del centro del mundo, se pasea por todos lados, recopila cosas y se las lleva al centro del mundo, digamos que París, y los exhibe. Después viene un inglés que se va por la costa, dibujando las costas, mira hacia adentro, imagina lo que hay y lo dibuja, lo pinta. Luego viene el español; se adentra, da vueltas, saluda a los indios, sigue dando vueltas, saluda a otros indios y él no se da cuenta que son los mismos indios; y los españoles se quedaron. Y será el fin de Chile. Él hablaba y sobre lo que yo entendía tenía que construir un cierto imaginario que se traducía en una película, en este caso “Cofradelandes” (2002), que tiene cuatro capítulos.

Esto de contar unas cosas sueltas que me permitieran- a mí y al resto del equipo- imaginar y darle vida a una cierta creatividad, le permitía a Raúl hacer un cine suelto, fresco y lejos de estructuras narrativas”, recordó Aspée.

Y siguió contando sobre la concepción de “Días de campo” (2004).

“El teléfono sonó a las 4 de la mañana. Atiendo y cínicamente Raúl me dice: ‘oh, ¿te desperté?’. Y sigue: Oye, un amigo recibió una herencia y me regaló la plata. Hagamos una película, se llama Días de campo. Y luego agrega: ‘Ya, te llamo después’. Después de dejar a mi hija en el colegio, pasé a la biblioteca a buscar el libro, leo 20 hojitas y a partir de eso me imagino el campo chileno, me imagino ciertas cosas. Le doy una estructura. Otro día me llama Raúl para preguntar: ‘¿Cómo vamos?’, y luego agrega: ‘Bélgica Castro y Nacho Agüero’, y me cuelga. A los quince días me vuelve a llamar, para hablar de presupuesto, luego pregunta: ‘¿cuándo llego?’. Cuando aterrizó le hice una presentación de lo que imaginé. Debo decir algo a mi favor, nunca me rechazó nada. Todo aprobado y a los 15 días partimos grabando. Por primera vez tuve un cierto guion que me entregó el día 10”.

A continuación, el cineasta contó que pensó en hacer un documental sobre Raúl Ruiz. 

“Le dije que lo quería seguir en sus películas. Y me contestó: Schhh, ¿me querís matar? No, eso cuando estemos muertos. Me vio la cara de pena y añadió: pero es que tú tienes que vivirme no más. Y fue un cierto mandato: vivirlo en lo concreto. No quería que yo teorizara sobre él”.

Y Aspée continuó explicando el imaginario de Ruiz.

“Con el tiempo me di cuenta que era poco lo que inventaba. Tenía tal nivel de conocimiento literario al interior de su memoria, que le permitía ir sacando cosas con cierta facilidad. También fui descubriendo que siempre había una escena adentro de la película que resumía, que era una especie de concept donde estaba absolutamente todo el pequeño cuento”.

Pedro Vicuña y Ruiz director

El poeta, actor y director de teatro, Pedro Vicuña cuenta que desde que volvió a Chile desde Grecia donde estudió y trabajó deseaba trabajar con Raúl Ruiz.

“Lo perseguía, pero no logré nunca trabajar con él. Siendo muy joven había visto “Tres tristes tigres” (1968) y me había quedado dando vueltas la atmósfera de esa película. En Grecia vi una cinta de Wim Wenders que se llama “En el curso del tiempo” (1976). Y me di cuenta que Raúl Ruiz era un precursor de Wenders en cierto sentido. En “Tres tristes tigres” aparecía toda esa cosa del tiempo, un deambular constante, con todas las vicisitudes que tiene ese pasar”, contó Vicuña.

 El actor le había pedido a Waldo Rojas que le ayudara a conseguir un papel con Ruiz, pero no le resultó. Finalmente se encontró con él en la serie “Litoral” (2008).

“Una de las cosas más interesantes para mí fue conocer y encontrar en Raúl Ruiz a un intelectual, a un creador, a un chileno cabal como los que yo había conocido en tiempos de la República, como le llamo yo a los tiempos anteriores a la dictadura. Esos intelectuales que acudían a la casa de mis padres, que se juntaban en el café Sao Paulo, que hacían largos torneos de ajedrez en todas partes, que hablaban de las cosas más insólitas. Entonces, me encontré con un Raúl Ruiz que me traía a la memoria ese país que yo consideraba o sentí y siento, hasta el día de hoy, que me robaron. Que era el país de mi infancia, el país donde leer era algo común. Lo que más me gustó del encuentro con él es que se produjo una suerte de conexión con una de mis grandes preocupaciones: lo que yo llamo el mitoceno, que tiene que ver con la lengua, con el lenguaje”, señaló el actor.

Y agregó sobre las instrucciones que recibía de Ruiz director:

“Yo tenía una larga relación con la poesía. Ya había traducido libros al castellano. Sentía que él estaba constantemente hablando consigo mismo. Y en ese hablar construía universos. Hablamos mucho en términos de literatura. Yo podía tener una cierta cercanía con él a raíz del lenguaje. Cuando falleció sentí que, de alguna manera, se perdía una parte muy significativa de lo que fue esa alma chilena que se trata por todos los medios de ocultar, someter”.

Yenny Cáceres y Ruiz chileno

La periodista y crítica de cine Yenny Cáceres, quien escribió “Los años chilenos de Raúl Ruiz”, partió señalando que don Raúl –como lo llamaba- “estaría muy emocionado de que estemos hablando de él acá en la Universidad de Chile. Y a propósito, de lo que decía Pedro Vicuña, mi libro es sobre un país que ya no existe. Y esos son los comienzos de Raúl Ruiz”.

La periodista entrevistó a Ruiz meses antes de su muere en 2011. Y desde ahí -dice- hay una mirada conflictuada con Chile, pero también de reconciliación con este país perdido después del golpe y del exilio.

“Y vuelvo a tomar lo que dice Pedro Vicuña y también entrevisté a colaboradores de él que han muerto después de que saqué el libro, por ejemplo, Bélgica Castro, Alejandro Sieveking, personajes muy importantes de la cultura chilena que se cruzan con la trayectoria de Ruiz”, explicó.

Relató sobre la época de Ruiz en la Facultad.

“El azar juntó a tres postulantes en la fila de admisión de Derecho: José Román, Hernán Rosenkrantz y Raúl Ruiz. Era una espera larga y tediosa y mataron las horas hablando de literatura. Cuando terminó el examen José Román se fue caminando hacia el poniente de la escuela, bordeando el parque Forestal. Ruiz le siguió los pasos y al poco rato descubrieron que vivía a media cuadra. Ruiz en calle Rosal y Román en Lastarria. Ruiz lo invitó a su casa para que siguieran conversando. Y estas comillas son algo que me dijo José Román: ‘Nunca más paramos de hablar de literatura y nunca hablamos de derecho y nunca más dejé de ir a su casa’. José Román fue el culpable de que Raúl Ruiz se interesara por el cine”, relata Yenny Cáceres.

Román, Rosenkrantz y Ruiz entraron a estudiar derecho en 1959 y se volvieron inseparable. El único que terminaría la carrera y ejercería como abogado fue Hernán Rosenkrantz. Román lo describe como un intelectual que además escribía teatro y que durante la UP publicó ensayos sobre política y economía.

José Román abandonó la Escuela en cuarto año y sobre Ruiz agrega que en 1962 postuló al afamado Taller de los 10, que se dictaba en Concepción. Y obtuvo un cupo.

"Era una beca de la Fundación Rockefeller. Por ese taller pasaron escritores muy importantes de la literatura chilena. Estamos hablando de Enrique Lihn, Jorge Tellier, Alejandro Sievekin, José Donoso, entre otros”, agregó Cáceres.

En Concepción, Ruiz conoció Darío Pulgar, que fue uno de sus grandes colaboradores y financista de sus películas. Además, se relacionó estrechamente con actores, actrices y personajes de la cultura y literatura nacional.

En 1962 estrenó “La Maleta” como obra de teatro, dirigida por Víctor Jara. “¡Cómo se va cruzando la historia cultural de Chile de los años 60, 70!”, exclama Cáceres.

Después dejaría el derecho para irse a estudiar cine a Santa Fe, en Argentina. “Una escuela de documentales, pero era lo que tenía a mano y partió”, señala le periodista.

“Ruiz hace un cine que no tiene nada que ver con lo que hacía el resto de los cineastas chilenos. Una de mis tesis es que él es una figura muy excéntrica del cine chileno. Su primera película, La Maleta es casi una cinta de ciencia ficción”, explica Yenny Cáceres.

Agrega que su libro se llama “Los años chilenos de Raúl Ruiz”. “Porque además de la historia de Raúl Ruiz antes de partir a Francia, tiene importancia cultural de este Chile, de cómo se hacía cine en esos años 60, 70. Son las temáticas chilenas y el lenguaje chileno que utiliza Ruiz”.

Y sobre el cine político, añade que él se autodefinía como “un oscuro militante de izquierda”. Una frase que le trajo problemas.

“Fue del Partido Socialista en algún momento, pero la verdad es que su figura fue bastante problemática para la izquierda en ese entonces, porque empieza a hacer películas como “El realismo socialista”, donde mostraba las disputas internas del partido. El suyo no era un cine militante, mostraba cosas con ironía, como un obrero robando las herramientas de la fábrica donde trabajaba”.

Y sobre “Palomita Blanca”, una película que retrata el Chile de los 70 bajo el gobierno de la Unidad Popular, también utiliza ironía. Después comienza la etapa del exilio, con un Ruiz en París.

“Cuando regresa a Chile le costó reconocerse acá. Encuentra un país muy distinto al que tenía en su memoria… Pero insisto don Raúl estaría muy feliz de vernos hoy hablando sobre él y su cine en esta facultad”, cerró Yenny Cáceres.

Una maleta futurista

En la jornada del 22 de octubre y con gran asistencia de la comunidad universitaria de exhibió “La Maleta”; la primera película realizada por Raúl Ruiz. La cinta fue cedida a la Facultad por la Cineteca de la Universidad de Chile, para este fin.

Inicialmente, el cortometraje de 20 minutos, fue escrito como una obra de teatro dirigida por Víctor Jara, quien era parte entonces del Teatro Experimental de la U. de Chile. Raúl Ruiz la convirtió en un filme. Para ello convocó a los hermanos Héctor y Renato Duvauchelle, además de Gonzalo Palta y Orietta Escámez.

La trama cuenta la historia de un hombre que se pasea por la ciudad con una maleta. En su interior, se encuentra un hombre mucho más pequeño. Cuando el que lleva la maleta se cansa, se detiene, se instala dentro de la maleta y el otro lo releva. Esta primera película de Ruiz. De 1963, quedó inacabada y olvidada.  Recién en 2008 fue encontrada en la cinemateca de la Universidad de Chile, con la etiqueta "película francesa". Así se pudo restaurar y tras un montaje a cargo del mismo Ruiz e Inti Briones, fue proyectada públicamente por primera vez en el Festival de Cine de Valdivia.

En esta ocasión la presentación estuvo a cargo del profesor y director de la DAE de nuestra facultad, Rubén Burgos; y los comentarios fueron del doctor en Filosofía y jefe del Magíster en Estudios de Cine y Audiovisual del Instituto de Estética de la PUC, profesor Pablo Corro.  

El profesor Corro partió explicando el término de vagar o pasear en el cine y cómo era algo que ya estaba inscrito en la modernidad tempranera del siglo XX.

“Es algo que Ruiz utiliza en su obra. La película donde más pasean, toman y comen es Tres tristes tigres, donde van por todo Santiago, suben al cerro a mirar con telescopios, pasan por bares, picadas a comer, y terminan en el bar Far West de la calle Bandera”, agrega.

Pero el tema aparece también en Raúl Ruiz al final de su vida. “Son personajes que deambulan por un mundo habitado por entidades metafísicas, religiosas, por demonios, por vírgenes, por santas como en la serie “La recta provincia” (2007), que interpretan una Bélgica Castro bastante ya mayor, pero muy eficaz en su interpretación y el documentalista Ignacio Agüero.

Señala que La Maleta, tiene alguna vinculación con la ciencia ficción. “Porque es un hecho de ciencia ficción la capacidad de dar vida. Los aparatos técnicos son un gabinete de química antiguo, que tiene como recursos materiales fluido y aire. Y esos fluidos y aire son también podrían corresponder a una especie de consagración religiosa, como el aceite, el óleo. No hay en el cine chileno otro caso que planteen el tema del hombre animado, de dar de vida a otro hombre.

Está también en “Las tres coronas del marinero” (1982), que ocurre en un barco donde mueren los tripulantes, los tiran al mar y vuelven a aparecer”, comentó Corro.

En relación al lenguaje, tan importante en Ruiz, "en este caso es el mismo Raúl quien realiza el sonido. Por momentos los sonidos tienen un carácter referencial, por ejemplo, cuando se saca el zapato y le pega; ahí coincide el sonido, pero muchas veces no coincide. Estas formas pre lingüísticas tenemos que conectarlas con la idea de dar vida a un personaje. Ese momento -a nivel general- es una especie de origen que puede ser el origen del lenguaje también: los balbuceos”, explica el profesor.

Sobre su cine en general, señaló que Ruiz desarrolla deliberadamente una teoría que rechaza la estructura cinematográfica de Hollywood, con una trama central.

“Un personaje que va realizando una serie de tareas con una causalidad lineal. Ruiz desarrolla una estructura dramática donde las acciones se van derivando hacia cuestiones periféricas, secundarias y donde se pierde el protagonismo”, sentencia Pablo Corro.