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Necesidad de nueva Constitución anima primer debate

Necesidad de nueva Constitución anima primer debate

“¿Necesitamos una nueva Constitución?” Ese fue el cuestionamiento que guió el debate en la primera de las sesiones del ciclo “Proceso constituyente y nueva Constitución política” que organiza la Facultad.

Tras la inauguración de los ciclos, realizado en el Salón de Honor de la Casa Central, el profesor Jorge Correa Sutil fue el encargado de exponer el tema central de esta primera sesión, siendo luego comentado por los profesores Enrique Navarro y Eric Palma.

En su exposición, si bien Correa Sutil se mostró partidario de iniciar un proceso para una nueva Constitución, advirtió sobre los problemas de diagnóstico que tendríamos como país para construir una nueva Carta Magna. “No hay posibilidad de construir una nueva y buena Constitución si no se tiene un diagnóstico de la crisis constitucional específica que se padece”, sostuvo.

En este sentido, entre los problemas que vislumbra, acusó la ausencia de una “idea fuerza” que sustente una nueva Constitución, cuestionando que se alcance el concepto de “igualdad” por esta vía, ya que a su juicio ésta se logra a través de políticas públicas, leyes y reglamentos.

En el cierre de su exposición, Jorge Correa Sutil dejó la pregunta que a su entender debería guiar una nueva Constitución: “¿cómo pueden las reglas volver a que el descontento (social) se canalice por los senderos de la política institucional, pero sin que la desborde?”

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El profesor Enrique Navarro, recalcó que la actual Carta Magna ha sido la que ha sufrido mayores modificaciones en la historia del país y que si bien la idea es que tengan un carácter de pacto permanente, la mayoría tiene una duración entre 30 a 50 años.

También recordó que en todas las democracias existe un “mecanismo de control constitucional de las leyes”, en alusión al debate que existe sobre el Tribunal Constitucional y su papel rector en la sociedad chilena.

Navarro detalló como aspectos principales de un nuevo texto fundamental lo siguiente: que vele por los equilibrios adecuados del sistema político; mecanismos de perfeccionamiento de autonomía judicial y satisfacer la demanda de mayor participación ciudadana, pero volviendo al voto obligatorio; entre otros.

Por su parte, el profesor Eric Palma, comenzó su exposición recordando que la demanda por una “asamblea constituyente” es un asunto “antiguo”, que data de 1979 y que ha venido planteándose periódicamente desde entonces.

En ese contexto, sostiene que la reforma realizada en 2005 “fue incapaz de generar satisfacción constitucional” y es por ello que hoy el país se encuentra nuevamente deliberando sobre este proceso.

En este punto, el profesor Palma se mostró partidario de una nueva Constitución, bajo los siguientes principios y haciendo notar sus diferencias con la postura J. Correa Sutil: “creo absolutamente legítimo proponer al país la Constitución que llamo de la ‘Dignidad Nacional’, es decir, una Carta Magna que exprese el derecho de autodeterminación del pueblo de Chile luego de que le fuera arrebatada su soberanía por un golpe de Estado”, expresó.

Asimismo, agregó que “uno podría concluir que la postura de Jorge Correa tiene más puntos de contacto con los que solo aspiran a reformar la Constitución”.

Además, Palma expuso que existen otro tipo de “reformistas”, a los que llamó “Constitucionalistas del tipo Estocolmo” , explicando que son quienes adoptan una “posición que no siendo partidarios del régimen cívico militar, incluso detractores del mismo y combatientes de la dictadura, han derivado en una defensa del texto constitucional y de la experiencia constitucional de la transición”.

Para el académico, estos constitucionalistas “se oponen al ejercicio del poder constituyente y a que se origine un texto constitucional rico en derechos, se oponen a la propuesta de nueva Constitución hecha por la Nueva Mayoría, y se oponen también a la Asamblea Constituyente”.

Para finalizar, sostuvo que “no habrá libertad sin igualdad, y no tendrá ningún valor esa igualdad sin libertad, y eso exige una Constitución enriquecida de derechos civiles y políticos, y derechos sociales, económicos y culturales”.